Después de un verano atípico, nuestra amiga y colaboradora Patagonitana nos escribe un relato de como es la Vida en un Refugio de Montaña. Un pequeño relato sobre una temporada en un refugio de montaña en tiempos de Covid19 y unos consejitos para hacer más fácil la vida a los guardsa de refugios. Y aunque Patagonitana ha estado trabajando en un refugio en los Dolomitas, seguro que muchas de las historias aquí reflejadas las pueden contar los guardas de muchos refugios de Pirineos o de Picos de Europa, como Pablo del Refugio Collado Jermoso o Jorge en el Refugio Jou de los Cabrones. Vamos a leerla con sentido del humor, y a ver como fue la vida en un refugio de montaña en esta tempora.
REGLA BÁSICA DE SUPERVIVENCIA EN UN REFUGIO NÚMERO 1
Prohibido absolutamente hacer ruido antes de las 07:00, hay que prepararse la mochila la noche anterior y no cantar por los pasillos antes de que Chiara se haya tomado su café.
Son las 5 30 y me despierta el olor a café recién hecho. Afortunadamente mi despertador sonará dentro de una hora así que me doy la vuelta y trato de dormir un poco más. Las 06:45, no tengo excusas, es la hora de levantarse. Bajo a prepararme el desayuno y por suerte los clientes ya se han ido todos o están afuera esperando a sus guías: me puedo sentar en la terraza y desayunar vista Piz Boè y estoy en la gloria. Después de desayunar, y de haberme lavado dientes y cara en la pileta de la cocina, bajo al refugio Pian dei Fiacconi, adonde trabajo. Yo duermo en el refugio Capanna Ghiacciaio, unos 80 metros más arriba.
Abro la puerta y el escenario apocalíptico de cada fin de semana se me materializa delante: colchones aun en las mesas del salón, docenas de alpinistas con los piolet colgando de la mochila atentando a mis ojos cada vez que se dan la vuelta, platos sucios del desayuno por todos lados, la cola para ir al baño, y sobre todo mi querida colega Chiara con los ojos inyectados de sangre: “¡¡¡Quiero matar a todos!!!” Buen día a vos también Chiara, ya sé que hoy también la despertaron a las 5 de la mañana nuestros ruidosos huéspedes mientras se preparaban para la subida a la Marmolada. comenzamos un día top en mi vida en un refugio de montaña.
REGLA BÁSICA DE SUPERVIVENCIA EN UN REFUGIO NÚMERO 2
En la mayoría de los refugios no hay helados, ni patatas fritas, ni batidos de fruta fresca ni café shakerado. ¡Por favor! No desafíen la paciencia de los guardas: NO pidan lo que no está en el menú!
Empieza otro día de trabajo al pie del glaciar (mejor dicho, de lo que queda) de la Marmolada, la reina de las Dolomitas. Estamos a 2.626 metros sobre el nivel del mar, y ahora les cuento un poco como funciona la vida a estas altitudes.
El Refugio Pian dei Fiacconi es un refugio de montaña alpino. A diferencia de los refugios excursionísticos, no tiene carretera de acceso, se puede alcanzar solamente a pie. Ahora bien, en realidad hasta septiembre del 2019 los 550 metros de desnivel que separan el Passo Fedaia del refugio Pian dei Fiacconi, se podían fácil y rápidamente (e ignominiosamente) superar gracias a una antigua y espectacular telesilla, que en 20 minutos permitía a todo el mundo (literalmente, todo el mundo) alcanzar el refugio y el glaciar. Pero ahora el remonte está jubilado, y la vida al refugio ha cambiado radicalmente.
Ahora, aunque muchos no se lo pueden creer, la única forma de subir humanos y mercancías es a pie. Anteriormente el remonte se utilizaba también para hacer llegar comida y bajar basura, pero ahora que ya no es posible, los guardas se tuvieron que adaptar a la novedad, y aunque a veces sea desesperante, se han adaptado y están muy contentos.
Las cargas más grandes y pesadas se hacen 3 o 4 veces por temporada (que normalmente, por lo menos en Alpes, va desde el 20 de junio hasta el 20 de septiembre) en helicóptero. Volando vienen barriles de cerveza, cajas de agua (no, el agua no es potable, aunque estemos muy cerca del glaciar porque el refugio no dispone de planta potabilizadora), bolsas de harina de 25 kilos, latas de salsa de tomate y todo lo que dura. Lo fresco, como la carne y el queso, se compra semana por semana y hay que bajar a buscarlo. Todo lo demás, se produce en el refugio. Desde el comienzo del año se produce pan de altura, todos los días se amasan 5 6 kilos de pan y se cocinan en la estufa a leña. También se produce pasta casera y yogurt.
REGLA BÁSICA DE SUPERVIVENCIA EN UN REFUGIO NÚMERO 3
Por favor, ¡Bajen su basura! Es impensable subir a un refugio con comida, botellas, snacks y pensar en dejar los desechos en el Refugio. ¡Los guardas lo tendrán que bajar andando! Si la basura subió con vosotros, seguro que también puede bajar. Igualemnte sirve para las bolsitas de caquita de perro.
Todo lo que sube, tiene que bajar. Toda la basura se baja a lomo de hombre. Se utilizan unas especiales mochilas con estructura rígida que permiten cargar cajas muy grandes, estilo sherpa. En el Pian dei Fiacconi se trata de diferenciar la basura, y una o dos veces por semana se bajan al Passo, se cargan en una furgoneta y se llevan al punto limpio. Y todo el mundo está invitado a cargar! Chicos y chicas. Las chicas cargamos unos 15 kilos, mientras los chicos llegan a los 30 kilos.
Afortunadamente en verano podemos contar con la ayuda de los muchos guías de montaña que a diario suben con los clientes y nos suben alguna carga, facilitando nuestra vida en el refugio de montaña.
REGLA BÁSICA DE SUPERVIVENCIA EN UN REFUGIO NÚMERO 4
En los Refugios de Montaña, y los alpinos en nuestro caso, el abastecimiento de agua es un gran problema, por lo que, ¡Hay que ahorrar el máximo de agua posible! No hay que preocuparse si una noche no se duchan, nadie se ofenderá si sus sobacos no huelen a Chanel Nr5.
El refugio está abierto también en invierno, y podemos aprovechar para subir las mercancías con motos de nieve. En invierno se sube también el agua potable en cisternas de 500 litros. Sé que parece una paradoja, porque es verdad que el refugio está rodeado de metros y metros de nieve en buena parte del año. Pero derretir agua para beber y cocinar conlleva un gasto increíble de energía. El refugio tiene paneles solares, que solamente funcionan si no están tapados de nieve y hay sol. La leña quema si no está mojada y el gas se enciende si la bombona no está vacía.
REGLA BÁSICA DE SUPERVIVENCIA EN UN REFUGIO NÚMERO 5
¡Hay que adaptarse a lo que hay! ¿No! por supuesto que no hay baño privado en las habitaciones, incluso en muchas ocasiones no se puede usar la ducha. Pero no es porque los guardas de los refugios sean unos sucios masoquistas sin piedad, sino porque a lo mejor no hay suficiente agua o combustible para calentarla. ¡Y no! No hay WIFI en casi ningún refugio. ¿No se conforman con mirar por la ventana?
Los refugios en general son estructuras bastante antiguas. Se considera que fue a finales del siglo XIX cuando se empezaron a construir los primeros refugios para facilitar las ascensiones en las zona del Mont Blanc, mientras en las Dolomitas el “refugio” más antiguo se encuentra justo por aquí, en la Marmolada: se trata de un hueco de 3×3 cavado en la roca de la pared este del Gran Vernel.
Los refugios de montaña como los conocemos ahora, salvo algunas excepciones, fueron construidos entre el comienzo y mediados del 1.900, en correspondencia de las dos grandes guerras. En los años algunos fueron modificados y modernizados, pero la base sigue siendo la de hace 100 años.
Parece obvio aclararlo, pero las obras de manutención de los refugios alpinos (ya lo dijimos, son los que no tienen otro acceso que una senda) son muy complicadas y caras. Además, hay que tener en cuenta que la mayoría de las veces los refugios pertenecen al Club Alpino Italiano (En España de Federaciones y clubes igualmente), y las intervenciones dependen de la disponibilidad económica de cada sección (aunque es verdad que los guardas tienen que pagar alquileres bastante altos).
Por esto no hay que esperarse un tratamiento de lujo cuando pernoctamos en los refugios de montaña. Muchas veces habrá que compartir baño con más de 20 personas, pasar un poco de frío y ducharnos con agua helada. Pero consuélense, el mismo tratamiento lo tienen los que hace vida en el refugio de montaña de continuo, los guardas. Por esto les contaba de que me toca lavarme la cara y los dientes en la pila de la cocina. En el refugio donde duermo yo, el Capanna Ghiacciaio, ¡el baño esta en el exterior!. Imagínense la comodidad de ir al baño durante la noche durante una tormenta. Yo, por lo menos, resolví así: ¡Hay que adaptarse a la vida en un refugio de montaña! ¡A lo que hay! ¿No! por supuesto que no hay baño privado en las habitaciones, incluso en muchas ocasiones no se puede usar la ducha.
REGLA BÁSICA DE SUPERVIVENCIA EN UN REFUGIO NÚMERO 6
Ahora mas que nunca, colaboren con las personas que gestionan los refugios de montaña, lo guardas. Si se les pide el uso de la mascarilla, por favor, ¡llévenla! Si se les pide un poco de distancia ¡No es un castigo! Si pueden mantener la distancia social allí abajo, la pueden mantener aquí arriba.
Este año es un año especial para los refugios de montaña. A causa de la pandemia, se tuvo que esperar hasta junio para estar seguros de que la temporada de abertura estaba garantizada, y aún así, entre todas las nuevas normas a observar y la demora en abrir, se perdió casi un mes entero de trabajo. Las mismas normas que se aplican en los negocios y bares del valle, se aplican en los refugios. Pero, como creo que a esta altura se haya entendido que la vida por aquí es un pelín diferente, las cosas se complican un poco. Muchos refugios tienen habitaciones compartidas de muchas camas, y si las normas piden que se respeten 2 metros de distancia entre huésped y huésped, se puede fácilmente entender de la enorme perdida económica que han sufrido los refugios de montaña este año al no poder ofertar la capacidad total.
¡Y esta es mi vida en un refugio de montaña!
Empecé a escribir este artículo en el mes de julio, y fui literalmente atragantada por la temporada. En los refugios de montaña se trabajan muchísimas horas y no queda mucho tiempo libre para disfrutar de la montaña, y menos para sentarse en el ordenador a escribir. Ahora, la mayoría de los refugios ha cerrado y algunos tratan de estirar la temporada un poquito más y recuperar lo que se perdió en junio.
Yo terminé de trabajar hace unas semanas, y estoy contenta. Estaba muy cansada y tenía ganas de disfrutar un poco de la montaña de septiembre, la mejor época, con menos turistas y jornadas templadas y soleadas. Y sobre todo, estoy contenta porque terminé antes del cierre oficial.
El cierre de los refugios es una especie de ceremonia que cada vez me llena de tristeza y melancolía, y si me lo puedo ahorrar estoy mucho más contenta. Esta no fue mi primera temporada en un refugio, y más allá del agotador «tour de force» de limpieza que hay que hacer la ultima semana que pude esquivar, reconozco que siempre me dejó un poco de sabor amargo dejar la que fue mi casa por tres largos meses. Siempre tuve la sensación como de abandonar un animal indefenso a las intemperies del invierno, encadenado a la montaña. Varias veces me fui bajando por la senda, con mi mochilón cargado de ropa sin usar y libros sin leer, soltando un par de lagrimitas.
Una temporada en refugio es una experiencia super intensa, estupenda y cruel al mismo tiempo. Es increíble levantarse cada día en un rincón de paraíso, ver cómo aunque el paisaje no mude, siempre somos capaces de reconocer el mínimo cambio en el horizonte, por el cambio de temperatura, por la angulación de los rayos de sol que cambia con el pasar de los días. Vivir una tormenta de noche en un refugio en alta montaña es como estar en un barco en alta mar durante una borrasca: escuchas cada crujido y pensar que en cualquier momento se va a volar el techo o que un rayo te va a dejar completamente a oscuras (y eso pasa: este verano una tormenta se cargó un inverter, 2 modem y una caldera), pero luego se termina el temporal y todo queda plano, silencioso y te sientes en un lugar seguro e inmortal.
Al mismo tiempo es un sufrimiento sin fin quedarse a mirar la montaña por una ventana. Estas ahí, a un paso de una pared o una cumbre y con mucha probabilidad nunca tendrás tiempo libre para escaparte a conocer lo que hay en tu jardín.
Vivir y trabajar en un refugio es una elección de vida un poco anacronistica y valiente y creo que es importante valorar el esfuerzo que muchos guardas hacen para mantener en vida estas estructuras que han terminado siendo parte integrante del paisaje alpino. Creo que los guías de montaña tenemos la responsabilidad de educar y concientizar los clientes y usuarios de los refugios de un uso más respetuoso, y sobre todo que todos deberíamos valorar más el servicio de acogida que nos brindan, sin pedir mucho más de lo que ya recibimos.
Si es verdad que lamentablemente muchos refugios se han convertido en hoteles de altura, también hay que reconocer que hay muchos refugios pequeños que luchan por sobrevivir a temporadas de mal tiempo (o pandemias). Vamos a por ellos aunque sea por una birra, una sopa caliente, una grappa o una charla con el guarda. Seguramente saldremos enriquecidos, o, al menos, genuinamente borrachos.
¿Quieres ir a los Dolomitas de Brenta?
Este 2021 si la Pandemia nos lo permite, volveremos a los Dolomitas de Brenta guiados por Patagonitana. ¡Si estáis interesados reserva fecha de nuestro precioso Trekking por Dolomitas di Brenta! Os podemos asegurar que haréis Vida en un Refugio de Montaña, que conoceréis un lugar único acompañados de una guía de montaña genuina.
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